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Noticias que queman
Por: Mónica Brozon

Aquella mañana los niños no fueron a la escuela. Desde muy temprano la directora llamó por teléfono a las casas de algunos compañeros para avisar que un incendio había asolado la fábrica de estambres de al lado de la escuela, por lo cual el área estaba acordonada y sólo permitían el paso a los bomberos, a la policía, a los peritos investigadores y a los medios de comunicación.
En casa de Jonás encendieron el televisor y esperaron a ver la noticia. Y sí, un rato después salió el reportaje. Al principio hablaba una reportera en primer plano: “No se sabe cómo comenzó, pero el fuego ha acabado con una bodega entera de estambre y se presume que ha dañado también las máquinas hiladoras”. Tras ella, en segundo plano, se observaba el incendio, los bomberos trabajando y las llamas enormes, brillando en la oscuridad de la madrugada.
En otra toma, un reportero más entrevistaba a una señora de bata y pantuflas, después de presentarla como vecina del lugar: “Pues yo sólo me enteré cuando oí la sirena del carro de bomberos, nomás me asomé y vi la bodega en llamas”.
“Sin embargo, continuó el reportero, “otros testigos declaran que vieron a un individuo salir corriendo del lugar para perderse en la noche” Y un entrevistado más, que parecía recién bañado, afirmó: “Yo vi a un hombre correr afuera de la fábrica, pero él no estaba en llamas ni nada, sólo corrió, quizá era el mismo velador que se asustó y…” El reportero interrumpió a su entrevistado y la imagen regresó con la reportera que había dado la nota originalmente. “En cuanto los bomberos logren controlar las llamas, los peritos procederán a averiguar las causas del incendio”.
–Qué caray hombre, con este don Fermín –dijo entonces la abuelita de Jonás.
–Que caray qué, si ni siquiera saben si el que corría era él, a lo mejor el pobre se quedó ahí atrapado en las llamas…–replicó el papá.
A Jonás se le encogió el corazón al oír eso. No es que fuera gran amigo de don Fermín, pero era un señor muy amable con el que siempre se topaba en las mañanas, cuando él entraba a la escuela y don Fermín acababa su jornada de velador para irse a su casa. Además, sus dos hijos estudiaban en su escuela; tampoco eran sus amigos, ni siquiera los veía mucho porque iban en cuarto, pero aun así, una gran tristeza lo envolvió al pensar en la posibilidad de que don Fermín hubiera sufrido algún daño en el incendio.
Al día siguiente la escuela abrió de nuevo sus puertas y de lo único que hablaba todo el mundo era del incendio, del destino de don Fermín, de su presunta huída y hasta hubo quien habló de una guerra entre fabricantes de estambres que había acabado en eso, la eliminación del enemigo a través de un incendio –del que don Fermín, además, era cómplice–.
–Ay niños, de verdad que tienen una gran imaginación –les dijo la maestra Olga.
–Pero maestra, ¿qué no vio las noticias?
–Sí, las vi, por eso les digo que aún no podemos saber nada a ciencia cierta. ¿O qué, ustedes conocen a alguien que haya estado allí, que haya visto cómo sucedieron las cosas?
Todos callaron un momento, tras el cual Mauricio levantó la mano.
–Ajá, pero qué raro, ¿no? Dónde están los hijos de don Fermín. ¿Por qué no vienen a la escuela? Ya fueron a buscarlos a su casa y nadie contesta ahí, ¡nadie! Yo creo que toda la familia está huyendo de la justicia.
–Toda esa información viene de fuentes secundarias. ¿Alguien sabe lo que quiere decir eso? Nadie levantó la mano esta vez.
–Pues son todas aquellas que no-estaban-allí. Que tal vez fueron testigos del incendio, pero no se encontraban en el lugar o en el momento que sucedieron los hechos. Es como la vecina de las pantuflas. Ella nomás oyó la sirena, pero no vio el momento ni el lugar dentro de la fábrica donde empezó el incendio. O el otro testigo, quien afirmó ver a alguien correr afuera de la fábrica, pero no puede asegurar que fue don Fermín. O cualquiera de nosotros que viene aquí a contar una historia que alguien más le contó o que vio en los medios de comunicación; ellos cuentan lo que les contaron estas dos personas. Cuando esas fuentes secundarias no se analizan adecuadamente, se puede generar un rumor; o un chisme, para que me entiendan. El que don Fermín haya huido del lugar, o peor, que tenga algo que ver con el incendio, no es más que eso, un rumor.

–Pero salió en las noticias… –dijo tímidamente Gabriela.
–No salió eso, salieron entrevistados que eran fuentes secundarias, que vieron el resultado y no la causa. Los medios de comunicación, los noticiarios por tele, por radio, el periódico, el Internet y demás, en este caso son fuentes secundarias de lo que ocurrió en la bodega. Se acostumbra creer todo lo que estos nos dicen, pero muchas veces es información incorrecta, sesgada o incluso puede ser falsa.
Un murmullo se levantó por encima de los alumnos.
–Entonces, ¿no porque algo salga en las noticias quiere decir que es cierto? Y entonces ¿a quién le podemos creer?
–Esa es una pregunta muy importante, y la respuesta no es una sola. Antes de responder a ella les tengo que explicar qué son las fuentes primarias. Son los testigos presenciales directos, las evidencias materiales que prueban un hecho concreto; todos aquellos que son de primera mano, que no refieren a otra fuente.
–¡Pero uno casi nunca tiene fuentes primarias! –rezongó Jesús.
–A veces sí, a veces no, Jesús. Sin embargo, lo que tenemos que hacer como espectadores es formarnos un criterio, saber buscar información en los lugares correctos, con las fuentes más confiables y no en una sola. Por ejemplo, con respecto a un hecho político, un periódico va a dar una versión, y al mismo tiempo otro periódico puede dar otra. Uno lee ambas, toma lo que considera pertinente de cada una y así se forma su propio criterio, ¿comprenden? Todos se quedaron pensativos.
Dio la hora de salida de la escuela y todos corrieron hacia la bodega, donde de nuevo se encontraban congregados los reporteros. Jonás se coló entre la gente y sintió una gran alegría al ver al mismísimo don Fermín, a quien estaban entrevistando varios reporteros.
–Yo no era, yo pedí un permiso de dos días porque fui a ver a mi mamá que está enferma; llevé a mi familia conmigo. Dejaron en mi lugar a un muchacho…
Jonás caminó a su casa con una sonrisa en los labios. A la hora de la comida sus papás le contaron lo que habían leído en el periódico.
–No, hombre ni conspiración ni nada, fue un corto circuito, un lamentable accidente que no fue culpa de nadie.
–Pero el muchacho que dejaron escapó… –dijo Jonás.
–¡Sí, justo corrió a buscar un teléfono para llamar a los bomberos! ¡Él mismo lo dijo cuando lo entrevistaron! Pobre, estaba tan asustado… ¿cómo dijeron que se llama? –preguntó la mamá.
–El Chico Fuente Primaria… –murmuró para sí Jonás sonriendo de nuevo, mientras su papá y su abuela se encogían de hombros.
Al día siguiente en la escuela, la mayoría de los compañeros de Jonás dijeron que ya sospechaban que el buen don Fermín no había tenido nada qué ver con el incendio. La discusión fue subiendo de volumen hasta que entró la maestra y pidió silencio.
–¿Vio maestra? –dijo Jonás –dijeron ayer en las noticias que no fue culpa de don Fermín, ¡que fue un corto circuito!
–Y él mismo salió en la tele, qué emoción –agregó Sandra – dijo que había ido a ver a su mamá, ¡ni siquiera estaba allí!
–Qué bueno que se aclaró todo –dijo la maestra –. Ahora, como ven, los medios se convierten en fuente primaria, porque dieron una evidencia clara y una explicación directa de lo que pasó.
–Sí, qué bueno que se supo la verdad –dijo Gabriela
–Y que don Fermín salió en la tele, qué emoción –repitió Sandra.
–¡Vivan las fuentes primarias! –exclamó Jonás.
–Sí, son muy importantes –admitió la maestra –. Sin embargo, no olviden que ni las fuentes primarias ni las secundarias validan los hechos por completo. Como les decía ayer, lo importante es revisar unas y otras y con base en toda la información que obtengamos, formar nuestra propia opinión y criterio.